¿Cuántas de las cosas que aprenden tus hijos en la escuela son realmente importantes? ¿se trabaja sobre el amor, el compañerismo, la humildad, la honestidad?
¿Van nuestros hijos a la escuela para transformarse en personas de bien o para absorber conocimiento como si fueran sacos vacíos a rellenar?
¿Tomamos en cuenta su mundo propio, sus inquietudes, su curiosidad natural?
¿Los escuchamos? ¿Los escuchan los maestros? ¿Los miran a los ojos? ¿Se paran a su altura? ¿Se ponen en sus zapatos?
¿Se respeta su individualidad o se tiende a uniformizar a todos hacia el mismo lado?
¿Se promueve la obediencia sin explicaciones?
¿es la adquisición de valores humanos el objetivo principal?
¿Se conectan con el arte en sus múltiples y enriquecedoras formas?
¿Se promueve la paz, en acciones concretas en cada salón, a cada momento?
¿Es la escuela un espacio donde tu hijo es respetado como un ser único e irrepetible?
La educación de nuestros hijos es la base de su ser y nos hace partícipes y responsables en la construcción de un mundo mejor.
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