viernes, 4 de marzo de 2016


El proceso de adaptación al jardín





Ya comenzó el jardín, ya pasó ese momento de euforia inicial, de preparar uniformes y útiles.   Ahora nos toca enfrentarnos con la realidad de esas emociones que nos afloran a niños y padres en estos primeros días, incluso semanas de adaptación al colegio.  Irse del jardín dejando al niño llorando y llorar nosotros de culpa al salir no es la única opción que tenemos.
Tengamos en cuenta que hay niños a los que les cuesta el proceso los primeros días o semanas y luego se adaptan y otros que parecen adaptarse rápidamente pero luego de uno o varios días comienzan a angustiarse.  Otro caso es el de los papás o mamás, los cuales si su hijo no se adapta al ritmo que se solicita en el jardín o en el tiempo y forma en que lo hace la mayoría, pueden sentirse evaluados o juzgados como padres y por este motivo transmiten, sin querer, más ansiedad al niño.  Así se hace una bola de nieve en la cuál a mayor ansiedad de los padres, mayor es la ansiedad o angustia en los hijos y más difícil el proceso de adaptación para esa familia.
En todo caso, cada situación es diferente y amerita diversos acercamientos y la flexibilidad necesaria para cada caso. 

Es normal que los niños deseen estar cerca de sus cuidadores más cercanos.  Hagamos un repaso sobre la teoría del apego para entender el tema en profundidad. 
John Bowlby desarrolló una teoría actitudinal desde la etología. La etología estudia el comportamiento comparado entre el hombre y el animal. Bowlby con su teoría explica por qué los seres humanos tienden a construir lazos fuertes, selectivos, duraderos y cómo la disrupción o amenazas de disrupción de dichos lazos pueden ocasionar dolorosas emociones, ulteriormente psicopatológicas.
La teoría del apego enuncia la propensión de los seres humanos a establecer fuertes lazos afectivos hacia otros. La conducta de apego es cualquier forma de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo.
El apego en la relación madre-hijo supone que si la madre está capacitada para proporcionarle a su hijo la posibilidad de desarrollar un apego seguro con respecto a ella, el niño tendrá una base segura, esto dará como resultado la seguridad que puede explorar el mundo sabiendo que tiene en su madre un lugar seguro y de contención emocional al cual volver si se siente amenazado.
Saber que la figura de apego es accesible y sensible le da a la persona un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad y la alienta a continuar y valorar la relación.
Bowlby enuncia que la conducta de apego es obvia en la primera infancia, pero puede observarse a lo largo de toda la vida de una persona, sobre todo en situaciones de emergencia. La función biológica que se le atribuye a esta conducta es la de protección.
El desarrollo de la conducta de apego, que tiene como objetivo la conservación de la proximidad o de accesibilidad a la figura materna, exige que el niño haya desarrollado la capacidad cognitiva de conservar a su madre en la mente cuando ella no está presente; esta capacidad le permite al niño soportar la ausencia de su madre y reconocerla cuando regresa.
Se establecen según la relación de la madre con su bebé diferentes pautas de apego, estas pautas están influidas por el modo en que los padres tratan al niño:

Apego seguro: Es aquel en el que el niño confía en que sus padres serán accesibles, sensibles y colaboradores con él si se encuentra en una situación atemorizante. Teniendo esta seguridad el niño se atreve a hacer sus exploraciones del mundo.
Apego ansioso resistente: Es aquella conducta que expresa un niño inseguro de si su madre o progenitor será accesible o sensible, o si lo ayudará cuando lo necesite. Esta pauta es favorecida cuando el progenitor se muestra accesible en algunas ocasiones y en otras no, también se da por las separaciones y por las amenazas de abandono utilizadas como control.
Apego ansioso elusivo: El niño no confía en que cuando busque cuidados recibirá respuesta, sino por lo contrario espera ser desairado, así intenta volverse emocionalmente autosuficiente. Esta pauta es el resultado del constante rechazo de la madre cuando el niño se acerca a ella en busca de consuelo y protección.

 Estas primeras interacciones son las que van a servir de basamento para todas las posteriores interacciones del niño con la sociedad, son las que van a determinar en el niño una particular manera de relacionarse.
A partir del estudio de estas relaciones madre- hijo se podrá establecer el curso probable de las relaciones interpersonales, ya que son estas relaciones primarias las que influyen en el curso de las futuras relaciones, el niño en este período está aprendiendo lo que ha de esperar de otro ser humano, cómo tratar con él y cómo ser a su respecto.
Entendiendo esto, es fácil darnos cuenta que no es lo mismo la adaptación al jardín de un nene de 1 año que la de un nene de 3 o 5 años.  Si el niño ha podido obtener de su madre todo aquello que necesitó en los momentos esperados es probable que pueda jugar y separarse gradualmente de ella sin mayores inconvenientes; sabiendo que mamá aunque se aleje, siempre volverá.  Pero este proceso lo puede lograr con más facilidad un niño de 3 años en adelante, siempre y cuando esa figura materna haya estado para ese niño cuando fue requerida, caso contrario se presentarán dificultades como aprendimos más arriba. 
 Cuando se trata de niños más pequeños, el chiquito tendrá que buscar nuevas figuras de apego seguro en sus maestras.  De ahí la importancia de que sean varias maestras las que se ocupen de los niños más pequeños, ya que cuanto más chico es el niño, más importante es que se responda en el corto tiempo a sus necesidades.  El stress de un niño que llora sin ser atendido con rapidez es mayor cuánto más pequeño sea, ya que a medida que el niño crece comienza a aprender a esperar (su turno en los juegos y comidas, que lo atiendan, que vuelva su mamá, etc.).  Siempre y cuando el apego temprano haya sido fuerte.  



Para poder ser independientes, primero tenemos que ser absolutamente dependientes (como nacemos) y que nuestras necesidades hayan sido satisfechas en su debido tiempo.
Además cada chico tiene sus procesos y tiempos y es muy importante respetarlos.  Muchos jardines tienen períodos de adaptación rígidos que no toman en cuenta la individualidad de cada niño y de cada familia. 

En estos casos podrían ayudarte estas claves:

Tips para manejarse con el colegio

·         Lo ideal es que antes de anotar a tu hijo en un jardín, converses con las autoridades respecto al proceso de adaptación, tiempos, posibilidades de los padres de acompañar al hijo, rigidez o flexibilidad al respecto.
·         Si ya está asistiendo y notas que el proceso de adaptación es rígido prueba reuniéndote con la maestra o personal de dirección y exponiendo los motivos por los cuales preferirías acompañar más tiempo a tu hijo en su proceso.
·         Proporciona material impreso sobre apego a las maestras y directores. 
Por otro lado,  en relación a tu hijo:

Tips para ayudar a tu chiquito en la adaptación
·         Habla con él antes de comenzar las clases, cuéntale qué cosas van a cambiar en su vida, cómo es su nuevo jardín, llévalo a conocerlo si es su primera experiencia.  Si ya ha concurrido aclárale que tendrá nuevas maestras, nueva sala, nuevas actividades.  Usa para todo esto lenguaje adecuado a su edad.  Utiliza frases cortas y claras.  No des toda la información junta.  Busca el momento.
·         Cada noche recuérdale que al día siguiente irán al jardín y hazle un breve resumen de lo que irá a pasar allá “vamos a ir caminando juntos, mamá te va a dejar en la salita, vas a encontrarte con la maestra “Pepita” y tus compañeritos, van a jugar a… van a tomar la merienda, cantar etc.” Todo en lenguaje claro y tono ameno.  Registra si no estás transmitiendo tus propias inseguridades al hacerlo.
·         Ten en cuenta que si tu hijo va a pasar menos tiempo contigo en su jornada escolar, va a querer compartir calidad de tiempo cuando vuelvan a reunirse y puede ser que esté más demandante.  Sé paciente y comprensivo.  Dale mucho amor, los chicos no suelen equivocarse en sus requerimientos.  Si pide más es porque te necesita más.  No importa si pide caramelos, juguetes o un cuento.  Está pidiendo tu presencia.  Tú evalúas qué le vas a dar. 

Tips para la ansiedad que experimentan los padres frente a la separación: 

·         Si el niño es un bebé y tu ansiedad y la de él son elevadas al dejarlo, reevalúa la verdadera necesidad de una separación temprana y evalúa otras opciones en caso de ser posible.
·         Evalúa cuánta ansiedad te genera alejarte de tu pequeño.  Tomar conciencia de ello, te ayudará a buscar maneras de canalizarla
·         Analiza si las “dificultades” de adaptación de tu hijo están vinculadas a tu propia ansiedad.  Tal vez sin querer le estás transmitiendo tus angustias, miedos e inseguridades. 
·         Busca maneras de canalizar tu ansiedad de forma saludable:  caminar, hacer deporte, meditar, hacer yoga. 
·         Enfócate en cómo cambiará tu vida mientras tu hijo está en el jardín, reencontrándote con tus actividades, trabajo, etc.
·         Busca grupos de apoyo a padres en dónde te vincularás con personas que están pasando por tus mismas experiencias y son asesoradas y guiadas por profesionales especializados.

El proceso de adaptación es un momento especial y fuerte, tanto para los padres como para los hijos.  Llénate de paciencia con tu chiquito y con tu propio proceso.  Todo se irá acomodando si se hace desde el amor y el respeto por los ritmos de cada uno, tanto en casa como en el jardín.


Lic. Valeria Wesler
Psicóloga y orientadora en crianza respetuosa






2 comentarios:

  1. Llego a mis ojos en el momento que mas lo necesitaba! Que fuerte puede llegar a ser esta etapa, me vinieron muy bien muchos de los consejos y sobre todo saber que hay muchas pasando por lo mismo.

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